12 de febrero de 2015

Sor María de Jesús - La Laguna

     Un año más, como cada 15 de Febrero, los feligreses pueden visitar en el templo del convento de Santa Catalina de Siena en San Cristóbal de La Laguna, el cuerpo incorrupto de Sor María de Jesús León y Delgado.
 
     
      María de León Bello y Delgado nació en 1643 en el pueblo de El Sauzal (Tenerife), en el seno de una familia humilde. Tras diversas vicisitudes personales, ingresó como hermana lega en el Convento de Dominicas de Santa Catalina de Siena, situado en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. Toma el nombre de Sor María Jesús cuando recibe los hábitos. Religiosa de vida virtuosa y mística, el fallecimiento de Sor María Jesús supuso una conmoción popular; a la vez que, desde el mismo día de su muerte, era aclamada santa y a ser llamada cariñosamente “La Siervita”. Actualmente, se está tramitando el expediente para la causa de canonización; el primer paso del proceso para su beatificación -el de postulación- comenzó el 6 de Mayo de 1992, siendo el postulador de la causa el Padre José Mateos y García Paredes, O.P. El cuerpo incorrupto de la monja tinerfeña se conserva en el propio Convento y ha sido tomado como presunto signo de santidad, atribuyéndosele hechos milagrosos. Sus restos mortales se muestran cada 15 de febrero para conmemorar el aniversario de su muerte. Ese día, con gran repercusión mediática, las calles adyacentes al Convento -principalmente La Carrera y Plaza del Adelantado- asisten a una muestra de fervor religioso que cada vez va adquiriendo mayor arraigo en la isla; recibiendo la visita de miles de ciudadanos que acuden a rendir un sentido homenaje a la Siervita, que vestida con los hábitos dominicos parece tan sólo dormir. El sarcófago de cristal en la que se encuentra la religiosa sólo puede ser visto tras unas rejas, y es costumbre que los fieles recen y escriban sus peticiones o agradecimientos a la Siervita. Su incorruptibilidad se descubrió, al parecer, cuando su cuerpo fue exhumado para ser trasladado a otro sarcófago a petición de su amigo el capitán Amaro Pargo, con el que tuvo una relación de carácter estrictamente espiritual, que hizo esculpir en la urna los siguientes versos:
A quí yace flor preclara,
M aría de Jesús pura,
A quién fue esplendor de clara,
R ara en virtud y hermosura,
O en todas las virtudes es rara.
P arece a quien el humano afán
A mirar con luz divina
R ara ave peregrina
G irando al Cielo Guzmán
O al trono de Catalina.

      Sor María Jesús llevó una vida de oración y penitencia rigurosa, experimentando éxtasis místicos y desarrollándose a su alrededor toda una serie de hechos prodigiosos (éxtasis, visiones celestiales, discernimiento de espíritu, incendios de amor…).

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