En ella se bendecirán las cenizas, producidas por la quema de los palmos de olivos bendecidos del Domingo de Ramos cuyas cenizas resultantes serán utilizadas en la frente de todos los que deseen y participen de esta Eucaristía, en forma de señal de la cruz, en la frente (al igual que lo hicieron nuestros padres y padrinos el día de nuestro Bautismo), mientras el sacerdote nos dice: "Conviértete y cree en el Evangelio".
A partir de este día, comienza un nuevo tiempo litúrgico en la Iglesia, el denominado tiempo de Cuaresma. Cuarenta días previos y preparatorios para celebrar dignamente y con un corazón dispuesto los días santos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Durante este tiempo es ya tradición en el templo Matriz, el tapar el retablo mayor y central. Éste es cubierto por un gran telón morado, como invitación al recogimiento, y la contemplación del Crucificado en el Calvario, para así adorarle como se merece, Vivo y Resucitado, en el sagrario.
Que nuestros ojos no se despisten entre la policromía o las imágenes del retablo, sino que se centren en esencial, para así en esa actitud de recogimiento, ofrecer nuestro corazón al Señor.
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